En el Día Mundial del Agua, que se celebró el pasado 22
de marzo, Misiones Salesianas, bajo el lema “un pueblo, un pozo, una escuela”
quieren concienciar al mundo de la importancia del acceso al agua para mejorar
la salud, la alimentación, la educación y el desarrollo de las personas y los
pueblos.
Actualmente más de 800 millones de personas no tienen
acceso al agua potable en el mundo y más de 1.000 millones no tienen
saneamientos adecuados. El 80 por ciento de las enfermedades están ligadas al
agua y, alrededor de 2 millones de niños mueren por diarrea debido al consumo
de agua no potable. En 2025, el 60 por ciento de la población vivirá en
regiones de escasez de agua.
La jornada escolar de una niña europea es igual al tiempo
que invierte una niña africana en llevar agua a su familia. Tan sólo en Togo,
los misioneros salesianos, han construido más de 35 pozos de los que se han
beneficiado 10.000 personas en los últimos cuatro años a través de un programa
de Desarrollo Rural.
“El pozo de mi pueblo me ha cambiado la vida, la mía y la
de mis hijas”, asegura Mazalu. Ahora, en su poblado cuentan con agua potable y
ya no tienen que andar durante horas para ir a por agua para beber, comer y
lavarse. Esto le ha dado un tiempo libre, que ella aprovecha para aprender a
leer y escribir y para enviar a sus hijas a la escuela. Como Mazalu y sus
hijas, hay miles de personas en cientos de países en los que los misioneros
salesianos tratan de mejorar el acceso al agua.
“El pozo nos ha abierto las puertas para hablar de
higiene y alimentación, para mejorar el acceso de las niñas a la escuela, para
dar clases de alfabetización a las mujeres, para evitar enfermedades causadas
por el agua”, explica José Luis de la Fuente, misionero salesiano español que
trabaja desde hace años en Kara, Togo.