Las aportaciones a la Infancia Misionera, que tienen su
momento fuerte este domingo con la celebración de la Jornada, han hecho posible
el envío de 8.000 dólares al Blessed Maria Rafols College, una escuela
destinada a los hijos de los leprosos de la Colonia Betsaida en el sureste de
la India.
Amancharla es una aldea del estado de Andhra Pradesh,
India. Sólo una cosa la diferencia de los cientos y cientos de aldeas parecidas
que salpican este inmenso y populoso país, su colonia de leprosos. Hace más de
30 años, el entonces obispo de la diócesis de Nellore, la ciudad cercana que es
capital del distrito, Mons. Pudhota Chinniah Balaswamy, estableció esta colonia
de leprosos. Reunió a 50 leprosos de las calles de Nellore, personas que eran
consideradas deshechos de la sociedad, y les dio un lugar para vivir. Mons.
Belaswamy logró que le cedieran unas 60 hectáreas de tierra que, en aquella
época, estaban a las afueras de Amancharla. Allí se construyeron unas simples
casas y se proporcionó la atención médica necesaria a estos leprosos que antes
habían abandonados por las calles. Se creaba así la Betsaida Leper Colony, con
ese nombre que recuerda los milagros realizados por Jesús a la orilla del mar
de Galilea.
El 13 de junio de 1992 llegaron las Hermanas de la
Caridad de Santa Ana para atender el dispensario de la colonia y cuatro
poblados más, la educación de los niños y la promoción de la mujer. Sus
cuidados y su dedicación han logrado contener la lepra en una colonia en la que
conviven pacíficamente hindúes, cristianos y musulmanes.
Todos los niños, los hijos de los leprosos, están libres
de lepra pero llevan el estigma de sus padres, puesto que incluso hoy en esta
zona de la India la enfermedad sigue rodeada de miedo e ignorancia. Así que las
escuelas cercanas de Nellore no aceptaron a los niños de Betsaida, por lo que
las hermanas tuvieron que crear su propio centro escolar. La Infancia Misionera
tiene un compromiso adquirido de apoyo a estas hijas de la aragonesa María
Rafols, la fundadora de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Este año han
sido 8.000 dólares, pero durante los últimos 20 años se ha enviado, cada año,
una cantidad similar para el mantenimiento de la escuela. Suma que las
misioneras destinan a alimentos y material escolar.
Los esfuerzos de las hermanas han logrado que haya más
comprensión y aceptación de esta terrible enfermedad, y la gradual aceptación y
comprensión han dado la posibilidad de que los niños pasen al instituto, y así
poder tener un futuro