“Mangola Mola...” es la fiesta que se celebra cada año en
el mes de junio en Galapagar, Madrid, con el objetivo de ayudar a los
misioneros espiritanos Miguel Ángel Lozano y José Aguilar Torner en su labor
misionera con los niños de Tanzania. Esta fiesta misionera tendrá lugar el
próximo 15 de junio en la finca Navazarza de Galapagar a partir de las 14
horas. Habrá merienda, cena, risas, bailes, sorteos, subastas, juegos para los
niños, capea, etc., para todos aquellos niños y mayores que quieran pasárselo
bien y ayudar a mejorar la vida de cientos de niños en Tanzania.
Según explica el misionero José Aguilar, con el dinero de
la fiesta del 2012 se pudieron hacer muchas cosas. “Con pequeñas cantidades se
hacen maravillas y se solucionan problemas de la gente de a pie. Gracias todos
vosotros que lo hacéis posible. Nos gustaría que vierais sus caras de bienestar
al recibir la pequeña ayuda; les explicamos que gente lejana, sin conocerlos,
les ayudan. Nos piden que os demos las gracias. Aprovechamos la ocasión para
deciros en su nombre: GRACIAS”.
Con lo que se recaude este año en la fiesta “Mongola
Mola...”, cuenta Pepe Aguilar, “visitaremos a los presos que hay en una pequeña
prisión estatal cercana; les solemos llevar jabón, crema de dientes, cuchillas
de afeitar, crema para untarse la piel (a la raza negra se le seca mucho la
piel y continuamente necesitan cremas) y algunas chucherías. Este año hasta les
llevamos una cabra para que se la comieran. Normalmente charlamos un poco con
ellos, les deseamos feliz Pascua y nos despedimos. No nos dejan estar más
tiempo con ellos. Todos son jóvenes y se dedican a cultivar arroz. Pero este
año ocurrió algo diferente. Nos explicaron que no tienen comedor. Comen al aire
libre; cuando llueve o hace viento con arena (en Mangola es muy frecuente), lo
pasan mal y no comen a gusto. Nos pidieron ayuda para que les construyéramos un
comedor para unas 150 personas. Y se nos encendió la lucecita: parte del dinero
de la fiesta se destinará a construir un comedor para los 150 presos de la
cárcel de Mangola. Y, además, seguiremos con las cargas adquiridas y tapando
agujeros. Este lugar tiene más goteras que el infinito desierto. Nos
contentamos con seguir tapando algunas de ellas y hacer pequeñas dunas verdes
en la aridez del duro desierto. Nos contentamos con provocar sonrisas en niños
desvalidos, jóvenes sin futuro, ancianos abandonados, o personas para las que 1
euro es un tesoro (muchas veces, el sueldo de un duro día de trabajo). Sabemos
que la situación en España no está para bollos y que las dificultades para
sobrevivir han llegado a muchos que hasta ahora vivían bien y nunca imaginaron
llegar a la indigencia. Es hora de ser solidarios incluso con los que tenemos a
nuestro lado”, dice este misionero que lleva 36 años en Tanzania