Soha Abboud, nacida en El Cairo y doctora en Estudios
Islámicos, afirmó que “los fundamentalistas están haciendo un daño enorme a los
cristianos: si alguien mata a un cristiano puede llegar a ser considerado
héroe”. Soha Abboud participó ayer por la tarde en la mesa redonda “La libertad
religiosa en un mundo globalizado”, donde se puso de manifiesto que la
persecución religiosa y el martirio es una realidad actual en todas partes del
mundo. La mesa redonda ha recogido las ponencias de expertos y testigos de esta
realidad en el mundo islámico –de la mano de Soha Abboud,– en Asia –a través
del testimonio de un diácono chino de la Iglesia perseguida- y en Europa –con
la intervención de Daniel Arasa, escritor de Cristianos, entre la persecución y
el mobbing. La tarde ha culminado con los testimonios de misioneros que han
sufrido en primera persona la persecución y el martirio de sus compañeros.
“Tres de cada cuatro personas perseguidas son
cristianas”, ha afirmado Javier Menéndez Ros, director de Ayuda a la Iglesia
Necesitada, moderador de la mesa. Tras reivindicar que cada mártir tiene un
nombre y un apellido, Menéndez Ros ha destacado tres focos de persecución
actual: el islamismo, el comunismo y el nacionalismo radical. Comenzando por el
Islam, Soha Abboud, nacida en El Cairo y profesora titular de la Complutense de
Madrid, ha explicado que con la conquista musulmana del siglo VII, los
cristianos pasaron a ser un pueblo de segundo rango. Aun con picos de
violencia, en general no ha habido hasta ahora persecución directa: un
cristiano no puede acceder a un puesto en la administración, y solo se puede
dedicar a las profesiones liberales. La profesora ha mostrado su preocupación
por el radicalismo, al que ha denominado “cáncer” del islam. “Los
fundamentalistas están haciendo un daño enorme a los cristianos, si alguien
mata a un cristiano puede llegar a ser considerado héroe”, ha afirmado, tras
explicar las diferencias entre la situación de los cristianos en Egipto, Siria
o Líbano.
“Yo soy testigo de la fe”, ha afirmado Tomás Mi, diácono
chino perteneciente a la Iglesia clandestina, a la que denomina “Iglesia fiel”.
Ha testimoniado que la situación de la Iglesia en China es muy complicada: por
un lado está la Iglesia fiel, perseguida por el gobierno; por otro lado, está
la Iglesia oficial, no reconocida por la Santa Sede; y en el medio está la
Iglesia “gris”, que está a medio camino. El diácono chino reconoció que su
vocación es fruto de la oración de su madre, que le despertaba de nicho a las 4
de la mañana para ir a rezar ante el Santísimo, junto con un grupo de mujeres
del pueblo. Después de pasar cuatro años escondido mientras se formaba, ha
venido a España, según ha contado, para formarse y volver a su país.
Lejos de lo que pudiera parecer, la persecución no es
algo lejano en el tiempo y en el espacio, o al menos así lo ha mostrado Daniel
Arasa, periodista y escritor de Cristianos, entre la persecución y el mobbing.
El periodista catalán ha explicado que en occidente el cristianismo está
sometido a burla y ridiculización continua, algo que sería inconcebible contra
cualquier otra religión o grupo social. “Nos hemos acostumbrado a agresiones
continuadas”, concluye tras enumerar ejemplos múltiples de esta realidad en el
teatro y el cine, en las manifestaciones sociales y en los medios de
comunicación, “Las persecuciones son como torrentes desbocados”, afirma Arasa,
“sin embargo el mobbing es como las humedades de una casa: parece que no
importan, pero pueden derrumbar una casa”, concluyó.
“Nadie puede quitarnos la vida, la hemos entregado ya”
Así escribía la agustina española Esther, que junto con Caridad fueron
asesinadas la tarde del Domund de 1994 en Argelia, de sendos tiros en la
espalda. Maria Paz Martín, provincial de las agustinas por entonces, ha
testimoniado que sus compañeras murieron por la paz y la fe, y que no se
frenaron ante el miedo. Luis Pérez, misionero javeriano en Sierra Leona más de
25 años, fue secuestrado durante 10 días por los rebeldes, y vivió la muerte de
cuatro Hijas de la Caridad que habían sido capturadas con él. Ante un primer
momento de miedo y fracaso, el misionero ha explicado que el secuestro le ayudó
a encontrar a Cristo real, presente en el sufrimiento. “Cuando llegué a Sierra
Leona, creía en Dios. Después de mis años de misión, puedo decir que estoy
convencido de que la fe es real”, afirmó el misionero, que dijo que el
secuestro había sido para él un don, eso sí, amargo.
Por último, Juan Cruz Juaristi, actual delegado de
misiones de San Sebastián, ha explicado cómo fue asesinado su compañero,
también vasco, Isidro Uzkudun en Ruanda, fruto de de la violencia y de la
venganza posterior al genocidio de 1994. El misionero, que siempre había
trabajado con hutus y tutsis indistintamente, denunció las injusticias que
estaba viviendo la gente del pueblo, lo que le llevó a la muerte