La misionera teresiana María Paz González Moro ha
fallecido en Ávila, ciudad en la que vivía, en la residencia que la Compañía de
Santa Teresa posee en esta ciudad, desde que en el 2010 regresó a España por
motivos de salud. Como ella misma decía: “me pusieron en una camilla y me
metieron en un avión rumbo a España. De no ser así, nunca hubiera abandonada
aquella tierra”.
María Paz González Moro, alumna de las Teresianas de
Ciudad Rodrigo, de dónde eran oriunda, en 1950 entró en el noviciado de la Compañía
de Santa Teresa, en Tortosa, y estudió en Barcelona. Su vida fue siempre una
constante dedicación a la docencia, en diversos destinos, y finalmente en
Zaragoza como Catedrática de Matemáticas en el Instituto Goya.
A los 65 años, cuando se jubiló, pidió a la Madre General
que la enviara a Misiones, al continente africano. Desde siempre había estado
viva en ella la inquietud misionera. Por aquel entonces, en África, las
Teresianas sólo tenían misión en Angola. La General le dijo que tras la guerra,
el país aún estaba mal, y por tanto, decidió enviarla a Venezuela,
concretamente a Ciudad Bolívar, a la Escuela de Fe y Alegría. Allí llegó en
1994.
La Escuela de Fe y Alegría era regentada por las
Teresianas. Allí se dedicó a la docencia. Luego se marchó a Guacara. Allí hizo
de todo. Más tarde fue destinada a San Fernando de Apure, a un centro que daba
formación profesional a jóvenes que habían dejado los estudios. Impartían los
cursos de Valores por todo el Estado de Apure, al Sur de Venezuela, cuando se suprimió
la asignatura de Religión en las escuelas. Las condiciones en que trabajaban
eran inhumanas, de una pobreza extrema. Aún así, María no quería volver, pero
tampoco quería ser una carga para quienes la rodeaban...