• INFANCIA MISIONERA 2022


    ¡Comienza a preparar la jornada!
  • CONCURSO INFANCIA MISIONERA 2022


    Tú eres luz para el mundo
  • MEMORIA DE ACTIVIDADES 2020


    ¡Así fue 2020 en Obras Misionales Pontificias!
  • AYUDA A LAS MISIONES


    Colabora con los misioneros españoles

4 de octubre de 2013

Experiencia misionera en Haití de la doctora Olga Montesinos y un grupo de voluntarios de Segovia


Desde la Delegación de Misiones de Segovia nos llega el testimonio de la doctora Olga Montesinos, que ha llevado a cabo, junto con un grupo de voluntarios, una experiencia misionera en Haití. "Hoy día, en esta sociedad que nos toca vivir, leer experiencias de jóvenes que se dan a los más necesitados en territorios de misión es como esa brisa fresca que tanto nos agrada en estos tiempos de calor. Por eso, después de insistir a la doctora Olga Montesinos, del Departamento de Radiología del Hospital de Segovia, para que nos contara su experiencia misionera en Haití junto con un grupo de voluntarios y que la compartiera, hoy, con mucho gozo, les invitamos a que se enriquezcan con sus vivencias en uno de los países más pobres del planeta: Haití", dicen desde la Delegación de Misiones de Segovia.
"Me cuesta empezar a escribir sobre ello, porque, después de ya casi un año, no lo había hecho. Tampoco he hablado mucho, así que creo que está todo en el corazón.
Hace como unos cuatro o cinco años conocí a una Carmelita Vedruna, Hna. Nati, que irradia amor a los pobres por los cuatro costados, en un entorno no cristiano, el mío en ese momento, a través de una amiga. Estuve un tiempo sin saber de ella y esta amiga me dijo que estaba en Haití cuando sucedió el terremoto.
Cuando volví a verla, contaba cosas que yo pensé que no podrían existir; pero su manera de hacerlo, con tanto amor, me cautivó. Ella había estado en Honduras y otros sitios, pero de Haití hablaba de una manera especial. Así el Señor puso en mi corazón la inquietud de ir a Haití, Él se valió de Nati para que yo le diera mi 'sí'.
Es cierto que siempre había tenido inquietud por ir a algún sitio del tercer mundo, en concreto a África, pero se presentó así de natural, de sencillo. En ese momento ya estaba viviendo mi vida cristiana de verdad y lo sentí, ahora con más certeza, como una llamada del Señor a salir de mi comodidad, de mi día a día lleno de cosas que hacer, pero poco entregado a quien verdaderamente lo necesita.
Yo hasta hace muy poco era una persona que vivía completamente al margen de Dios, y sé que acercarme a su Trascendencia me ayudó a decidir que no estoy en esta vida para pasar lo mejor que pueda y vivir como si se fuera a acabar mañana; que estoy aquí por Amor, y que eso es lo que tengo que dar, o intentar, porque no siempre puedo o quiero, y que es Dios el que me impulsa a hacerlo. Así decidí, en contra de muchos miedos y dificultades más prácticas, irme a Haití un mesecito.
Aunque el tema de los días en el trabajo no fue tan sencillo, todo se arregló. Los preparativos fueron literalmente una locura, porque compaginarlo con el trabajo y mi vida social y familiar a veces me parecía tarea imposible... Pero llegamos a Haití, después de un viaje algo largo pero cómodo, sin grandes cosas.
Lo primero, bajar del avión, y ese calor... Me aterraba, porque yo lo llevo fatal y además soy muy blanquita de piel y el sol me da miedo (¡es un verdadero rollo el tema del sol!)...; pero primer contacto superado, casi ni me di cuenta. Al llegar al aeropuerto, recuerdo una auténtica locura: manos negras por todos los lados para coger tus maletas, que en vez de en una cinta dando vueltas estaban amontonadas y no podías ni llegar... Algunos voluntarios que repetían del año anterior nos dijeron: 'Bienvenidos a Haití'. Así es, Haití es otro mundo.
Nada de lo que yo me podía imaginar estaba allí, pero yo me sentía como si hubiera estado con ellos toda la vida... ¡Qué curioso! No eché de menos casi nada; ahora soy más consciente de la falta de tantas comodidades, pero allí no. Todo empezó como por rutina, como si lo hubiera estado haciendo ayer, pero era todo nuevo.
Es cierto que estaba ya Bea; había llegado 15 días antes y ¡estaba todo hecho! Ella me enseñaba dónde estaban las necesidades, qué querían de nosotros y hasta dónde podíamos llegar.
Así fueron pasando los días. Nos levantábamos, desayunábamos y unos iban al campamento y nosotras al área de salud (médico y enfermera). Allí hay mucho que hacer con muy poco, pero ¡la imaginación es poderosa! Visitábamos a las familias que más lo necesitaban, e iban surgiendo cosas sobre la marcha: ¡improvisación total! Mi trabajo aquí no tiene nada que ver, pero daba igual. La sensación de haberlo hecho siempre aún me deja un poco alucinada, pero es cierto que si tú das, todo se pone fácil; si lo dejas en sus manos, Él te ayuda...
En Haití he aprendido muchas cosas, pero quizá lo más importante es que 'lo que no se da, se pierde'. Es una frase de la Madre Teresa, pero para mí se hizo real en Haití. Claro que lo material si no lo das se pierde, pero, sobre todo, te pierdes tú; si no te das a ti mismo, con tus defectos también, te pierdes...
Este año, por varias circunstancias, no he podido ir, pero ya siento que algo de mí se pierde, porque en Haití dejé un trocito de mi corazón y siempre estará allí. Intento tener presente a Haití en Segovia, en mi día a día y con mi gente, pero no es lo mismo, aunque no sea menos importante. Este año rezaré por los voluntarios que van, que se encuentren con la pobreza, que tanta falta nos hace en este mundo, que se aprende mucho de ellos, y, sobre todo, rezaré porque se den...".