El misionero escolapio Javier Negro escribe desde su
misión en Camerún, con motivo del octubre misionero y de la jornada del Domund
que celebraremos el próximo 20 de octubre.
“Otros años ‘me tocaba’ impulsar esta Jornada misionera
desde España en los colegios escolapios. Ahora ‘me toca’ desde el corazón de
África Central (concretamente, Camerún, Guinea Ecuatorial y Gabón), donde los
escolapios gestionamos doce escuelas de maternal y primaria y cuatro de secundaria/bachiller,
con un total aproximado de más de 5.000 niños y niñas; un centro
agroveterinario para unos 100 jóvenes; una escuela de formación profesional con
400 alumnos; y también ocho parroquias, cada una con una media de doce capillas
en el extrarradio de cada parroquia central. En las escuelas de maternal y
primaria, con la ayuda de instituciones españolas, sobre todo de Aragón y País
Vasco, cada día damos la comida a todos los alumnos.
Nuestra misión escolapia es ‘evangelizar educando’. La
‘miseria’ es muy grande, lo cual, visto en países muy ricos en materias primas,
señala la injusticia estructural que nos rodea a todos. Casi la mitad de la
población de estos países es menor de 18 años; así que se ven a millares los
niños, adolescentes y jóvenes por las calles de las ciudades y los caminos de
los pueblos.
Necesitamos libros de texto, al menos los cuatro
principales para estos niños (solo tiene algún libro alrededor del 5% de
ellos), y otras muchas cosas esenciales para vivir. El otro día, visitando una
de nuestras escuelas, les pregunté a los de 4.º de primaria: ‘¿Qué querrías
tener que no tenéis?’. Su respuesta inmediata, muy educados, levantando la
mano, fue: ‘Agua potable y una capilla’. Inmediatamente pensé en mis alumnos de
España y en lo que me habrían pedido: una videoconsola, un ordenador... Al
estilo de Jesús, se me enternecieron las entrañas, y… en ello estamos: en ver
quién nos financia un pozo de agua para que la gente no tenga que recorrer cada
día dos horas para buscarla en un río; y quién nos echa una mano para construir
la capilla. Vamos consiguiendo ayudas, pero no hemos llegado aún a hacer
realidad estos dos sueños concretos. Casi todas nuestras otras escuelas tienen
capillas, y en ellas hacemos la ‘oración de niños pequeños’ constantemente y
celebramos los domingos eucaristías gozosas y con mucha vida; cantos preciosos,
todo al son de los instrumentos tradicionales de aquí: el tam-tam, los
xilófonos de madera, etc. Es impresionante ver todos los días alguna de
nuestras iglesias a las 6 de la mañana llena de gente cantando los laudes y
celebrando la Eucaristía. Los domingos, la misa de niños llega a tener entre
400 y 600 de ellos, y me impresiona lo callados, participativos y
contemplativos que están, ante todos los signos y ritos que ven y que parece
que se comen con los ojos.
Hay muchos jóvenes que quieren ser religiosos y
sacerdotes, especialmente escolapios; pero intentamos aplicar estas dos
palabras básicas en la pastoral vocacional: discernimiento y acompañamiento.
Porque, en definitiva, toda vocación es un encuentro y una llamada muy personal
de la persona y de Dios; y no es cuestión de deseo o de imagen y prestigio
social.
Hay mucho que contar y mucho que reflexionar y divulgar,
aquí y allí. A veces pienso que el ‘Lázaro’ de la parábola de Jesús está en
África y ‘Epulón’, el rico, en el norte. Y aún más fuerte: que Epulón le ha
quitado la comida a Lázaro y, como mucho, le da las migajas que quedan. Y, para
acabar, un refrán africano: ‘Si tienes muchos bienes, compártelos; si tienes pocos,
comparte tu corazón’”