Ha fallecido Carlo Masseroni, misionero italiano que,
durante 45 años, vivió la misión en Burundi. Se le recuerda como uno de los
primeros sacerdotes diocesanos “Fidei Donum” italianos.
En teoría, los sacerdotes Fidei Donum – por la encíclica
de Pío XII del mismo nombre que invitaba en 1957 a renovar el impulso misionero
– eran enviados para un servicio misionero temporal, con un acuerdo entre la
diócesis que envía y la que lo recibe. En el caso de Carlo fue un compromiso de
por vida.
Su destino fue la parroquia de Rwarangabo donde,
prácticamente partiendo de cero, logró levantar la parroquia y numerosas
capillas, además de crear una red de servicios sociales y sanitarios. Acompañó
a su querido pueblo de Burundi en todo momento, también en los tristes años de
las masacres.
La tarde del 6 de julio del año 2000, un malintencionado
entró en su casa con el propósito de matarlo y le disparó un tiro en plena
cara. Gravemente herido, fue trasladado a un hospital de Nairobi. Contra toda
esperanza, se recuperó, aunque perdió un ojo y se quedó casi sordo. Aún así en
enero de 2001 ya estaba de vuelta a su misión. Ya con 80 años, pasó sus últimos
tiempos en Burundi en el hospital de Kiremba, consolando y administrando los
sacramentos a los muchos que pasaban por la institución.
Como recordaba Mario Bandera, amigo suyo y director del
centro misionero de Novara, la diócesis italiana de la que partió y de la que
era sacerdote: “Su coraje y su largo y ejemplar servicio quedaran como una huella
indeleble”.