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7 de mayo de 2014

Ángel García, Trinitario español en el penal Ancón II, en Lima


El sacerdote manchego Ángel García, trinitario, ejerce su labor pastoral y misionera en el penal Ancón II de Lima, Perú. Desde allí nos cuenta esta maravillosa labor, sus sentimientos y sueños, también los de hombres y mujeres encarcelados que agradecen la atención espiritual de su capellán.
“Vengo del penal de Ancón II, y como siempre es toda una odisea llegar hasta allá tras más de una hora y media de viaje en medio de un tráfico infernal y un calor insoportable bajo ese asfixiante sol y arena en el que está metido el penal. Impregnado de crema solar para no coger el cáncer de piel que están anunciando por todos los medios. Me unjo de crema desde los pies, brazos, cara, nariz y orejas y con la cara más roja que un tomate y un sombrero para defendernos del sol limeño, entramos en el penal. En esta ocasión llevo varios encargos para los extranjeros: medicinas para nuestro paisano de Almodóvar del Campo y 30 euros que le ha enviado su hermano desde Alicante; también llevo el dinero para el pago de su libertad o mejor dicho ‘reparación civil’ de una presa española, y otro dinero enviado por su familia para otra extranjera, la receta que me entrega Enar para conseguir su medicina, el encargo a la hermana Paz Josefina para que le envíe a otra extranjera su medicina. Luego, dos internas bolivianas de Santa Cruz me esperan en la reja para darme cartas y encargos para su familia, pues el sábado viajamos a Bolivia para la reunión de la asamblea de los trinitarios latinoamericanos. Y aprovecharemos para visitar a su familia. Y en el camino tuve que pararme para escuchar los problemas, angustias y tristezas de otros dos internos y tres internas que te pedían consejo y la bendición del padrecito... Y en el modulo de menores, tuve que coordinar con el director y trabajadores sociales la evangelización y atención a estos menores que son los más peligrosos del país... Aquí está el famoso gringacho que se fugó el año pasado y tiene varios crímenes a sus espaldas... Voy al taller a saludar a las mujeres, y ahí están cientos de mujeres cosiendo, tejiendo, peinando, haciendo carteras, zapatos, etc. Me saludan, sonríen, se alegran de mi presencia y visita. Y la pregunta de todas: ‘Padre, ¿cuándo vamos a tener misa?’. Y corriendo y visitando a otros pabellones, a los extranjeros, a los jóvenes menores, la pregunta era la misma: ‘Padre, ¿cuándo vamos a tener misa?’. Y tristemente les dije que hoy no podía pues tenía que hacer muchos asuntos en la cárcel y les respondí: ‘Tengo que viajar a Bolivia por ocho días y la semana próxima, la hermana Adriana, una religiosa franciscana les hará la celebración de la Palabra’.
Y os confieso que me sentí mal y muy triste porque no podía estar solo en la cárcel como sacerdote haciendo de todo lo que te exigen: papeles, autorizaciones para ingresar medicinas, dinero, coordinar con el director, y además misas y confesiones que te piden los presos. Pues son 1.200 hombres, 500 mujeres, y 50 menores. Y yo me preguntaba: ¿Es que los hombres y mujeres encarcelados no tienen el mismo derecho para la Iglesia de ser atendidos espiritualmente en la celebración de la Eucaristía, como lo hacen diariamente en las parroquias y conventos de monjas de clausura? ¿Dónde está hoy la Iglesia? ¿Dónde estamos los sacerdotes? Y, ¿dónde estamos los Trinitarios? Y he de confesar que sin el apoyo de los laicos agentes pastorales y los dos sacerdotes de la diócesis de Carabayllo, junto con la hermana Meche, esta labor de Iglesia sería imposible. Pero hacen falta sacerdotes que se acerquen a las cárceles, que tengan ganas de perder su tiempo y su dignidad de sacerdote escuchando el dolor y sufrimiento de los encarcelados, sin esperar redimir ni liberar, simplemente ellos esperan que estemos a su lado, que les escuchemos, que recemos con ellos, que celebremos la Eucaristía, que les escuchemos en confesión y si nos queda tiempo y podemos, les echemos una mano en su camino de dignidad y libertad.
Bueno, hermanos y amigos, me parece que me he extendido hoy en mi confesión. Disculpadme, estos son los sentimientos de un manchego que quizás como aquel Quijote de la Mancha, es un poco soñador y quizás esté luchando contra aquellos molinos que creía que eran gigantes. Pues no faltan esos buenos consejos que te llegan de gente que te dicen: ‘Ángel, no pierdas tu tiempo en la cárcel que tú tienes talento para hacer otras cosas más importantes’. Pero con todo, creo que como nos dice el Papa Francisco a los Trinitarios: ‘Dios nos ha primereado a los Trinitarios para ir por delante hacia los pobres, cautivos y encarcelados’. Es cuestión de opción humana, trinitaria y liberadora con los marginados y últimos de la sociedad.
Pero también reconozco que hay muchos amigos y compañeros que, desde Madrid, Ciudad Real, Valdepeñas, Córdoba, Málaga, Buenos Aires, Santiago de Chile, Croacia y otros lugares, que me escriben animándonos a los Trinitarios a esta maravillosa labor que hoy estamos realizando en la cárcel. Un abrazo y oraciones”