El sacerdote manchego Ángel García, trinitario, ejerce su
labor pastoral y misionera en el penal Ancón II de Lima, Perú. Desde allí nos
cuenta esta maravillosa labor, sus sentimientos y sueños, también los de
hombres y mujeres encarcelados que agradecen la atención espiritual de su
capellán.
“Vengo del penal de Ancón II, y como siempre es toda una
odisea llegar hasta allá tras más de una hora y media de viaje en medio de un
tráfico infernal y un calor insoportable bajo ese asfixiante sol y arena en el
que está metido el penal. Impregnado de crema solar para no coger el cáncer de
piel que están anunciando por todos los medios. Me unjo de crema desde los
pies, brazos, cara, nariz y orejas y con la cara más roja que un tomate y un
sombrero para defendernos del sol limeño, entramos en el penal. En esta ocasión
llevo varios encargos para los extranjeros: medicinas para nuestro paisano de
Almodóvar del Campo y 30 euros que le ha enviado su hermano desde Alicante;
también llevo el dinero para el pago de su libertad o mejor dicho ‘reparación
civil’ de una presa española, y otro dinero enviado por su familia para otra
extranjera, la receta que me entrega Enar para conseguir su medicina, el
encargo a la hermana Paz Josefina para que le envíe a otra extranjera su
medicina. Luego, dos internas bolivianas de Santa Cruz me esperan en la reja
para darme cartas y encargos para su familia, pues el sábado viajamos a Bolivia
para la reunión de la asamblea de los trinitarios latinoamericanos. Y aprovecharemos
para visitar a su familia. Y en el camino tuve que pararme para escuchar los
problemas, angustias y tristezas de otros dos internos y tres internas que te
pedían consejo y la bendición del padrecito... Y en el modulo de menores, tuve
que coordinar con el director y trabajadores sociales la evangelización y
atención a estos menores que son los más peligrosos del país... Aquí está el
famoso gringacho que se fugó el año pasado y tiene varios crímenes a sus
espaldas... Voy al taller a saludar a las mujeres, y ahí están cientos de
mujeres cosiendo, tejiendo, peinando, haciendo carteras, zapatos, etc. Me
saludan, sonríen, se alegran de mi presencia y visita. Y la pregunta de todas:
‘Padre, ¿cuándo vamos a tener misa?’. Y corriendo y visitando a otros pabellones,
a los extranjeros, a los jóvenes menores, la pregunta era la misma: ‘Padre,
¿cuándo vamos a tener misa?’. Y tristemente les dije que hoy no podía pues
tenía que hacer muchos asuntos en la cárcel y les respondí: ‘Tengo que viajar a
Bolivia por ocho días y la semana próxima, la hermana Adriana, una religiosa
franciscana les hará la celebración de la Palabra’.
Y os confieso que me sentí mal y muy triste porque no
podía estar solo en la cárcel como sacerdote haciendo de todo lo que te exigen:
papeles, autorizaciones para ingresar medicinas, dinero, coordinar con el
director, y además misas y confesiones que te piden los presos. Pues son 1.200
hombres, 500 mujeres, y 50 menores. Y yo me preguntaba: ¿Es que los hombres y
mujeres encarcelados no tienen el mismo derecho para la Iglesia de ser
atendidos espiritualmente en la celebración de la Eucaristía, como lo hacen
diariamente en las parroquias y conventos de monjas de clausura? ¿Dónde está
hoy la Iglesia? ¿Dónde estamos los sacerdotes? Y, ¿dónde estamos los
Trinitarios? Y he de confesar que sin el apoyo de los laicos agentes pastorales
y los dos sacerdotes de la diócesis de Carabayllo, junto con la hermana Meche,
esta labor de Iglesia sería imposible. Pero hacen falta sacerdotes que se
acerquen a las cárceles, que tengan ganas de perder su tiempo y su dignidad de
sacerdote escuchando el dolor y sufrimiento de los encarcelados, sin esperar
redimir ni liberar, simplemente ellos esperan que estemos a su lado, que les
escuchemos, que recemos con ellos, que celebremos la Eucaristía, que les
escuchemos en confesión y si nos queda tiempo y podemos, les echemos una mano
en su camino de dignidad y libertad.
Bueno, hermanos y amigos, me parece que me he extendido
hoy en mi confesión. Disculpadme, estos son los sentimientos de un manchego que
quizás como aquel Quijote de la Mancha, es un poco soñador y quizás esté
luchando contra aquellos molinos que creía que eran gigantes. Pues no faltan
esos buenos consejos que te llegan de gente que te dicen: ‘Ángel, no pierdas tu
tiempo en la cárcel que tú tienes talento para hacer otras cosas más
importantes’. Pero con todo, creo que como nos dice el Papa Francisco a los
Trinitarios: ‘Dios nos ha primereado a los Trinitarios para ir por delante
hacia los pobres, cautivos y encarcelados’. Es cuestión de opción humana,
trinitaria y liberadora con los marginados y últimos de la sociedad.
Pero también reconozco que hay muchos amigos y compañeros
que, desde Madrid, Ciudad Real, Valdepeñas, Córdoba, Málaga, Buenos Aires,
Santiago de Chile, Croacia y otros lugares, que me escriben animándonos a los
Trinitarios a esta maravillosa labor que hoy estamos realizando en la cárcel.
Un abrazo y oraciones”