Las Obras Misionales Pontificias de España han enviado al
vicariato apostólico de Puerto Ayacucho, en Venezuela, 5.000 dólares para la
formación y preparación de diáconos permanentes. Se trata de respaldar un
proyecto que está en sus comienzos y en el que la Iglesia y los fieles de este
vicariato tienen depositada una gran esperanza.
Puerto Ayacucho está en el Estado de Amazonas, ese gran
apéndice territorial al sur de Venezuela, con zonas de selva de increíble
belleza pero donde las comunicaciones son difíciles. Los habitantes de esta
zona, escasamente poblada, no representan ni el 1% de la población de
Venezuela. Está habitada por etnias indígenas que viven en medio de ríos que se
unen al Orinoco, o al Amazonas a través del río Negro. El vicariato, con su
obispo al frente, Mons. José Ángel Divasson, está volcado en la atención a los
animadores laicos del interior de este territorio. Son animadores autóctonos de
las comunidades indígenas que dan un “aporte particular” a la organización y a
la implantación de la Iglesia en su cultura. Los diáconos indígenas son, por
tanto, una de las principales apuestas en esta atención.
Este año ya ha comenzado la preparación de doce diáconos
permanentes que serán pilares de sus comunidades. Estarán en los puestos misioneros
de las zonas pastorales en que está dividido el vicariato: Alto Orinoco, San
Juan de Manapiare Tencua, San Fernando de Atabapo, Isla del Ratón y Grulla. Los
doce candidatos que se preparan para ser ordenados diáconos son todos
indígenas: tres son de etnia yanomani, tres yekuana, 4 uwottuja y 2 jivi. Se
trata de un proceso de formación que durará tres años, con encuentros, como el
que ha tenido lugar estos días de inicio de Cuaresma, visitas por zonas…
Ya existen dos diáconos permanentes de etnia uwottuja,
que son verdaderos puntales de la fe en estas comunidades: celebran
semanalmente la Palabra en su comunidad, visitan otras comunidades, realizan
encuentros… Están cerca de las familias, especialmente de los enfermos, y
participan en la animación de proyectos socio-económicos del pueblo. Además de
esto son los responsables de la catequesis y de la formación religiosa en las
escuelas.
Su labor recuerda la desplegada por aquellos primeros
diáconos de los Hechos de los Apóstoles. Gente de profunda y sólida fe, que
dieron el primer mártir de la historia de la Iglesia, San Esteban.