El misionero laico murciano Pedro Cano Olivares, miembro
de OCASHA, se encuentra desde 2012 en la República Dominicana. Desde allí
cuenta el drama que están sufriendo muchas familias de Boca de Cachón, una
población fronteriza con Haití, que ha sido trasladada para evitar las
inundaciones del cercano lago.
“Llevamos meses trabajando y luchando por el respeto de
los derechos de las familias migrantes de un pequeño pueblecito de la frontera
que durante muchos años ha sido afectado, inundado y maltratado por la crecida
del lago Enriquillo, mermando su salud y sus condiciones de vida.
Ahora el gobierno dominicano ha buscado una solución
digna a un verdadero drama humano que durante muchos años han vivido cientos de
familias. Curiosamente la solución ha sido el traslado de todo un pueblo (404
casas) a un nuevo pueblo (con 560 viviendas) pero en ese traslado se han dejado
a todas y cada una de las familias migrantes que durante muchos años habían
vivido allí, padeciendo junto a las familias dominicanas, sufriendo con ellos, muriendo
y resucitando tras cada embestida de ese lago.
Quería escribiros algo sobre este tema, o tal vez
reproduciros parte de una entrevista que se ha realizado para que toméis
conciencia de las realidades de misión y de derechos humanos que estamos llamados
a acompañar y defender. Experiencias que te quitan vida por su crudeza, que te
encojen el corazón porque no son las imágenes de un noticiero sino los rostros
de las personas con la que he estado compartiendo los últimos dos años y medio
de mi vida, las casas donde he tomado café, los niños y niñas que me gritaban
‘americano’ cada vez que me veían rondar por sus casas.
Los cristianos no creemos en la muerte sin resurrección,
creemos que hay vida detrás de la muerte y alzamos la cabeza ante las
adversidades y los mayores sufrimientos como hizo Cristo en la cruz, con la
esperanza de que el Reino esta cerca, de que se construye pasito a pasito.
Durante cuarenta años el antiguo pueblo de Israel anduvo
por el desierto, unas veces más afligido y otras más esperanzado, pero no dejo
de caminar hasta que encontró la tierra prometida. Los cristianos, recuperando
ese espíritu de lucha, sacrificio y fe, somos un pueblo que se levanta, que
sigue hacia adelante para conseguir las metas que una vez soñaron. Ese espíritu
hoy más que nunca se mantiene vivo en nuestros corazones y en nuestra lucha por
las familias de Boca de Cachón. Así estamos nosotros ahora, un pueblo que
camina para encontrar una solución digna a 60 familias (234 personas) que lo
han perdido todo, buscando una salida que respete los derechos de las familias
migrantes que durante casi 30 años han estado viviendo y sufriendo en el
antiguo Boca de Cachón”.
Os dejo el enlace que describe muy bien la situación que
estamos viviendo.