Visita
del Papa Francisco a Corea
En la visita del Papa se vivió
"un clima muy fuerte de oración" y "un silencio emocionado"
"Corea tiene mucho desarrollo
económico y tecnológico, pero la gente anhela otra cosa"
(María Matos, misionera de la Comunidad Servidores
del Evangelio de la Misericordia de Dios)
"¡Jóvenes de Asia, despertad!
La gloria de los mártires brilla sobre vosotros". Este fue el lema que
acompañó las Jornadas Asiáticas de la Juventud, en las que participaron
2000 jóvenes de los distintos países de Asia y durante las cuales nos pudimos
empapar de la vida de los mártires.
Corea es tierra de mártires. A final del siglo XVIII nació la
Iglesia en Corea de mano de gente laica, muchos de ellos jóvenes, que leyendo
libros de catecismo traídos de China se convirtieron y empezaron a vivir al
estilo de la primera comunidad cristiana. Sin embargo, este nuevo estilo de
vida iba muy contracorriente con la estructura social, política del país y muy
pronto se desencadenaron una serie de persecuciones que hicieron de muchos de
estos cristianos, auténticos mártires, fieles a Jesús hasta el final.En estos
cinco días de encuentro pareciera como si aquellos mártires hubiesen cobrado
vida y nos LLAMARAN con fuerza a seguir sus huellas, en la sociedad y el tiempo
que nos toca vivir en Asia.
El 13 de Agosto se celebró la Misa
de Apertura en el santuario de Solmoe. En esta tierra nació Kim Taegon, el
primer cura coreano, y por eso a este lugar lo llaman el "Belén
asiático", porque fue donde se inició la fe en Corea. Por la noche hicimos
un Festival de Bienvenida, donde los jóvenes de Asia prepararon bailes y
canciones típicas de su país. Fue conocer y disfrutar de la belleza de las
distintas culturas asiáticas y, de alguna forma, crear lazos y acercamiento
entre los distintos países en Asia. Esto fue un fruto precioso del encuentro.
El 14 de Agosto tenía como objetivo
profundizar en las raíces de nuestra fe. En la mañana se hizo un teatro
sobre el inicio de la fe en Corea, en el que pude participar junto con un
grupo de jóvenes de nuestra diócesis. ¡Hice el papel del primer sacerdote
misionero chino que llegó a Corea y celebró la primera misa en el país! Durante
el día se hicieron grupos de compartir y diferentes actividades sobre las
raíces de la fe en cada uno de los países asiáticos.
El 15 de Agosto tuvo como lema:
"Jesús llama a la puerta de nuestro corazón cerrado". Fue un
día de conversión y a través de varios talleres intentamos darnos cuenta de las
distintas persecuciones y tentaciones que recibimos en el día a día y cómo
hacerlas frente viviendo según el Evangelio. Nuestra Comunidad preparamos un
taller sobre el materialismo-consumismo y la gratitud radical, como alternativa
evangélica a esta realidad.
Por la tarde tuvimos el primer
encuentro con el Papa Francisco dentro de las Jornadas de la Juventud. Fue un
momento muy emocionante. Pudimos ver una juventud asiática con mucha fuerza,
apasionada, viva... que recibió al Papa con una alegría enorme. Hubo tres
jóvenes que compartieron sus testimonios (una de Camboya, otra de Corea y uno
de Hong Kong), a lo que el Papa respondió llamando a los jóvenes a seguir el
testimonio de los mártires, siendo reflejo del Evangelio en medio de la
sociedad, y nos hizo orar a todos por la reunificación de las dos Coreas, que
en realidad son una misma familia. Un momento inolvidable.
El 16 de Agosto hicimos una
peregrinación, siguiendo el camino que recorrieron los mártires hasta el lugar
donde dieron la vida (el santuario de Haemi). Un momento muy impactante de la
peregrinación fue un tramo que se recorrió en silencio, contemplando las fotos
de los 124 mártires que en ese día estaban siendo beatificados en Seúl.
Muchos nos emocionamos al sentir realmente viva la vida de estos mártires que
dieron su vida por la fe. Un clima muy fuerte de oración, donde muchos jóvenes
seguramente sintieron el llamado de Jesús a dejarlo todo y seguirlo.
Y el 17 de Agosto, el último día,
por la mañana hubo un compartir por países para recoger la experiencia de esos
días. Yo estuve con un grupo de chicos coreanos y me impresionó, sobre todo, el
compartir de dos de ellos. Uno compartió que al conocer a chicos japoneses
sentía que los prejuicios, heridas que tenía frente a Japón, de alguna forma
desaparecían (Corea estuvo invadido por Japón, pasó años muy duros y aún se
nota esta herida en los corazones). Y otra compartió que viendo a los
jóvenes que viven persecución por la fe en sus países sentía el deseo de vivir
más en serio el seguimiento a Jesús.
Por la tarde de ese día se hizo la Misa
de Clausura, en la que los coreanos que quisieron también pudieron
participar. El Papa Francisco, siguiendo el lema de las Jornadas Asiáticas de
la Juventud, animó a los jóvenes: "Juventud de Asia, ¡despertad! No
tengáis miedo de llevar la sabiduría de la fe a todos los ámbitos de la
sociedad". Con estas palabras envió a todos los jóvenes, que muchos esa
misma noche, regresaron de nuevo a sus países.
Personalmente resumo este encuentro
con tres palabras: FRATERNIDAD, LLAMADO Y VIDA.FRATERNIDAD porque creo que ha
sido una experiencia de crear lazos entre los distintos países de Asia y
eso es muy bueno y necesario. LLAMADO porque siento que a través del encuentro
muchos jóvenes han podido escuchar el llamado de Jesús a seguirlo con fuerza. Y
VIDA porque creo que ha sido una experiencia que ha renovado el corazón de
todos para seguir adelante con fuerza y esperanza.
VISITA DEL PAPA FRANCISCO A COREA
Además de lo ya compartido sobre el
encuentro con el Papa durante las Jornadas de la Juventud, creo que su
testimonio de vida alegre y profundo, sencillo, cercano y compasivo con lo que
más sufren... ha marcado con fuerza la sociedad coreana. Porque Corea en los
últimos años se ha desarrollado muy rápidamente a nivel económico,
tecnológico..., pero la gente vive un anhelo muy fuerte de otro ritmo de
vida que les haga realmente disfrutar y ser felices.
Durante su visita a Corea el Papa ha
tenido muchos gestos espontáneos que han conquistado el corazón del pueblo
coreano. Elegir el coche coreano más pequeño para desplazarse, saludar
personalmente a las miles de personas que se acercaban a él, con tiempo, sin
prisas... la cercanía a las familias que perdieron algún hijo en el accidente
de barco que ocurrió hace unos meses, su actitud orante por la reunificación
de Corea, frente a la que afirmó: "sois un misma familia"... el
encuentro con un grupo de mujeres que todavía quedan de la época de guerra con
Japón, mujeres que fueron tomadas como esclavas sexuales del ejército japonés,
situación frente a la que todavía no se ha hecho un camino de reconciliación...
Son muchos gestos sencillos, espontáneos y que han sido de una GRAN ESPERANZA
para el pueblo de Corea.
Nosotras como Comunidad misionera
hemos sentido una GRATITUD ENORME al poder participar en estos encuentros. Nos
ha abierto el horizonte a toda Asia, a la Iglesia, los jóvenes asiáticos, y a
través de todo Dios ha venido a renovar y fortalecer el llamado a continuar
entregándole la vida en este pueblo. Así que sólo nos queda decir: "¡GRACIAS,
SEÑOR, POR HABERNOS TRAÍDO A ESTA TIERRA!".