A finales del pasado mes de julio, el Papa Francisco se
reunía con los sacerdotes de la diócesis de Caserta, durante su visita pastoral
a esta diócesis de Italia. En este encuentro los sacerdotes tuvieron la
oportunidad de hacer preguntas al Papa. Uno de los sacerdotes tocó el tema de
la piedad popular y el riesgo de caer en un cristianismo individual y
sentimental. El Santo Padre, tras poner en guardia contra las diversas formas
de “intimismo” que se están difundiendo, explicó que la piedad popular verdadera
nace del sensus fidei, que guía en la devoción de los santos, de la Virgen. Una
piedad popular que nace de la propia vida. Y aunque se pueden cometer pequeños
errores que hay que vigilar es un verdadero instrumento de evangelización. Fue
en este contexto en el que explicó que el apostolado misionero con los jóvenes
tiene algo de piedad popular:
“Pensemos en los jóvenes de hoy. Los jóvenes – al menos
la experiencia que yo tuve en la otra diócesis – los jóvenes, los movimientos
juveniles en Buenos Aires no funcionaban. ¿Por qué? Se les decía: hagamos una
reunión para hablar… y al final, los jóvenes se aburrían. Pero cuando los
párrocos han encontrado el camino para implicar a los jóvenes en las pequeñas
misiones, ir de misiones en vacaciones, la catequesis a los pueblos que lo
necesitaban, en los pueblitos que no tienen sacerdote, entonces se sumaban. Los
jóvenes quieren de verdad este protagonismo misionero y aprenden desde ahí a
vivir una forma de piedad que se puede también llamar piedad popular: el apostolado
misionero de los jóvenes tiene algo de la piedad popular. La piedad popular es
activa, es un sentido de la fe – dice Pablo VI – profundo, que sólo los
sencillos y los humildes son capaces de tener. ¡Y esto es grande!”.