Martes, 16 Septiembre 2014 18:22
Continuamos
compartiendo nuestra lucha diaria con ustedes con la esperanza de que nuestro
grito pueda ser escuchado en todo el mundo.
Somos como
el hombre ciego de Jericó (Mc 10, 46-52), el cual no tenía más que su voz para
implorar misericordia a Jesús. Aunque algunas personas lo ignorasen otras lo
escucharon y lo ayudaron. ¡Nosotras contamos con personas que nos escuchen!
Estamos
comenzando la tercera semana de desplazamientos. Las cosas se mueven muy
lentamente en cuanto a lo que se refiere a proporcionar refugio, alimentos y
necesidades básicas para las personas. Todavía hay gente que vive en las
calles. Todavía no hay campamentos organizados fuera de las escuelas que se
utilizan como centros de refugiados.
Un edificio
de tres plantas aún sin acabar también ha sido utilizado como refugio. Para
salvaguardar su privacidad en este edificio inacabado las familias han dividido
los espacios en habitaciones utilizando láminas de plástico. Estos lugares
parecen establos.
Todos nos
hacemos la misma pregunta: ¿hay algún tipo de final a la vista? Apreciamos
todos los esfuerzos que se han hecho para proporcionar ayuda a las personas
desplazadas; sin embargo, han de tener en cuenta que el suministro de alimentos
no es la única necesidad esencial que se requiere. Nuestro caso es mucho más
grande. Estamos hablando de dos minorías (cristianos y mazdeístas) que han
perdido sus tierras, sus hogares, sus pertenencias, su trabajo, su dinero,
algunos se han visto separados de sus familias y sus seres queridos y todos
están perseguidos a causa de su religión.
Los líderes
de nuestra Iglesia están actuando lo mejor que pueden para resolver el
problema. Se han reunido con los dirigentes políticos y con los presidentes de
Irak y Kurdistán; pero las iniciativas y acciones llevadas a cabo son lentas y
modestas. En realidad todas las reuniones políticas han concluido en nada.
Hasta ahora no se ha llegado a ninguna solución con respecto a la situación de
las minorías desplazadas. Por esta razón la confianza en los líderes políticos
se ha perdido completamente.
La gente ya
no puede aguantar más. Es demasiado pesada la carga. Ayer un joven expresó que
prefería morir a vivir sin dignidad. Las personas sienten que han sido despojadas
de toda dignidad. Estamos siendo perseguidos a causa de nuestra religión.
Ninguno de nosotros podía haber pensado que íbamos a vivir en campos de
refugiados a causa de nuestra religión. Es difícil creer que esto pueda suceder en el siglo XXI.
Nos preguntamos
qué es lo que está sucediendo exactamente: ¿es otro plan o acuerdo para dividir
Irak? Si eso es cierto, ¿por quién y por qué? ¿por qué los problemas que hubo
en 1916 para dividir Oriente Medio se están repitiendo ahora? En esos momentos
se trataba de una cuestión política y personas inocentes pagaron por ello. Es
evidente que ahora hay gente astuta y culpable de la división de Irak. En 1916
perdimos a seis hermanas, muchos cristianos murieron y muchos fueron
dispersados: ¿es circunstancial la situación de división que ahora afrontamos o
es deliberada?
Sin embargo,
la lucha no sólo se lleva a cabo en los campos de refugiados. Lo que ha
ocurrido en los pueblos cristianos que han sido evacuados es incluso peor. El
Estado Islámico forzó a los cristianos a abandonar sus casas antes de la noche
del 6 de agosto. Ayer setenta y dos personas fueron expulsadas de Karakosh.
Sin embargo,
no todos llegaron. Los que llegaron ayer por la noche se encontraban en unas
condiciones miserables. Tuvieron que cruzar el rio Al-Khavi (un afluente del
Gran Zab) a nado porque el puente había sido destruido. Todavía quedan algunos
a la otra orilla del río. No sabemos cuándo van a llegar a Erbil. Ello depende
de la situación y negociaciones entre el Pershmerga y el Estado Islámico.
Un grupo de
personas fueron a buscar a los ancianos y a los que no podían caminar. Una de
nuestras hermanas fue para traer a sus padres y le contaron lo sucedido. Otra
mujer nos relató que la habían separado de su marido y sus hijos y que no sabía
nada de ellos, probablemente son algunos de los que quedan a la otra orilla; o
también pueden estar entre los rehenes capturados por el Estado Islámico. Una
hija de tres años fue arrebatada de las rodillas de su madre y tampoco se sabe
nada de ella.
No sabemos
por qué el Estado Islámico está enviando gente a Karakosh, pero hemos estado
oyendo de boca de aquellos que han ido llegando que el Estado Islámico está
introduciendo barriles de contenido desconocido en la ciudad. Además conocemos el caso de cuatro familias Cristianas que están
atrapadas en Sinjar desde hace tres semanas. Probablemente se estén quedando
sin comida y sin agua. Si no reciben ayuda pronto morirán allí. Actualmente no
tenemos contacto con ellos y no hay forma de negociar con el Estado Islámico.
Por lo que
concierne a nuestra comunidad sabemos que nuestro convento de Tel Kaif está
siendo utilizado como sede del Estado Islámico. También sabemos que han ocupado
nuestro convento de Karakosh. Los que han llegado recientemente nos han dicho
que las santas imágenes, los iconos y todas las estatuas están siendo
destruidos. Las cruces han sido derribadas de los tejados de las iglesias y han
sido reemplazadas por las banderas del Estado Islámico.
Esto no sólo
ha sucedido en Karakosh y Tel Kaif. En Baqofa una de nuestras hermanas habían
escuchado que la situación estaba calmada. Volvió con un pequeño grupo de
personas a buscar su medicina. Cuando llegaron encontraron el convento
registrado y todo tirado por las habitaciones. En el momento en que entraron al
convento tres bombas impactaron contra la ciudad. Salieron inmediatamente.
Aparte de lo
que está sucediendo con los cristianos sabemos que ayer, viernes día 22, un
fanático suicida Chiíta y hombres armados atacaron la mezquita Suní de Abu
Musab situada en un pueblo bajo el control del gobierno de Irak en la provincia
de Diyala, dejando sesenta y ocho muertos. Es desgarrador oír hablar de gente
que muere asesinada mientras reza.
Por lo que
respecta a los medios de comunicación, podemos afirmar que esta masacre eclipsó
lo que está pasando con los cristianos en la llanura de Nínive. Tenemos miedo
de que nuestra lucha se convierta en una cuestión privada y escondida y que no
vaya a tener impacto en el mundo nunca más.
Por último,
tenemos que decir que la gente está perdiendo la paciencia. Han perdido todo lo
que tenían en sus lugares de origen: iglesias, campanas de las iglesias,
barrios y vecinos. Es desgarrador para ellos escuchar que sus hogares han sido
saqueados. Aunque amán sus lugares de origen la mayoría de ellos están pensando
en abandonar el país para poder vivir con dignidad y encontrar un futuro para
sus hijos. Es difícil tener esperanza en Irak o confiar en los líderes
políticos.
Por favor,
manténganos presentes en sus oraciones.
Hermana María Hanna OP.
Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena-Irak
P.S. Por
favor, comparta esta carta con otras personas. Deje que el mundo escuche el
clamor de los pobres y de los inocentes.