El padre Valentín García es un misionero comboniano en
Perú, cuyo trabajo pastoral se desarrolla en Chorrillos, Lima, y en la
Parroquia Cristo Misionero del Padre. Tras sus muchos años de experiencia
misionera comparte su visión de la misión ad gentes, como una opción de vida en
Perú:
“Llegué al Perú hace tres años, después de once en Chile,
seis en Moncada trabajando en la animación misionera y una primera etapa de
trece años en Perú. Desde la primera etapa de Perú, y esta de tres, hay
bastantes diferencias sociales y, en parte, también religiosas. Pero lo que sí
he visto casi intacto es esa sensibilidad religiosa del pueblo sencillo que
confía en la Iglesia y en sus instituciones más que en otras organizaciones o
en los políticos.
Mi trabajo en Perú estos últimos años ha sido en el
centro de animación misionera de Lima y los fines de semana ayudando en la
Parroquia Cristo Misionero del Padre que los Combonianos tenemos en Chorrillos,
a las afueras de Lima.
Esta parroquia, prototipo del trabajo pastoral en Lima,
desarrolla toda su actividad religiosa y social contando con los laicos, que
son allí el verdadero motor de la acción misionera.
El misionero hoy en América Latina está llamado a brindar
su mayor apoyo a esta Iglesia que está ‘en salida’, como bien ha dicho el papa
Francisco. Esta orientación se sigue, diría yo, al pie de la letra en
Chorrillos. Los pobres y necesitados son el sujeto y objeto principal en toda
la actividad parroquial.
Para el misionero hoy, vivir la misión es apoyar a esa
comunidad cristiana que va desarrollándose, sea en América u otro continente, y
comenzar nuevos caminos de misión, especialmente entre aquellos que cuentan con
menos oportunidades en la vida y de los que pocos se acuerdan.
El Perú es uno de esos países en los que el misionero
tiene un amplio campo de trabajo y de innovación en los métodos a emplear. En
este país latinoamericano, la Iglesia es cada vez más autóctona en cuanto a sus
miembros. El misionero ad gentes venido de fuera, está dando paso a ese otro
misionero local que sale a misionar más allá de sus fronteras. De esta forma,
las Iglesias latinas de este continente, se van haciendo cada vez más
misioneras.
Este campo de la misión ad gentes debe madurar más
todavía en estos países. Decía el ya desaparecido misionólogo chileno Segundo
Galilea, que son los misioneros venidos de fuera los que deben trabajar especialmente
para que nuestras Iglesias se vuelvan más misioneras con otros países y otros
continentes.
La situación económica influye mucho en la convivencia
pacífica o violenta de un país. Es cierto que el Perú ha experimentado, en la
última década, un importante desarrollo económico, sin embargo, según las
últimas estadísticas, todavía existen brechas en distintos sectores de la
sociedad que generan exclusión e injusticias de todo tipo. Por ejemplo, cerca
del 30% de la población no tiene acceso a los servicios básicos fundamentales
para una calidad de vida digna.
Durante el 2013, el Perú tuvo un buen desempeño
económico. Esto se vio reflejado en un mayor consumo de la población, en la
disminución de los índices de pobreza y en una mayor inversión estatal en los
programas sociales. En cuanto a los servicios básicos, también según los
últimos datos, la cobertura del agua potable pasó del 77% al 83%. Sin embargo,
los frutos de este crecimiento están muy desigualmente repartidos, porque
todavía hay amplios sectores con grandes carencias por atender, especialmente
en las zonas rurales de la sierra y de la Amazonía.
En la educación, el problema más importante es la
bajísima calidad de la enseñanza. Pero lo más preocupante es la gran diferencia
en el rendimiento entre los estudiantes de nivel socioeconómico alto y bajo, y
ni qué decir de la brecha entre las zonas rurales y urbanas.
En la salud, no es tanto problema de calidad, sino que un
importante sector de la población no tiene acceso a ningún servicio de salud, y
el alto coste de las medicinas hace que el 50% de los que tienen acceso no
puedan adquirir la totalidad de la receta.
Situaciones parecidas las viven muchos otros países de
este continente, y urge que la Iglesia misionera siga comprometida con el
anuncio liberador de la fe en ese Dios que es Padre de todos. Es muy urgente
poner en práctica las palabras del papa Francisco de vivir la misión en una
‘Iglesia en salida’.
En el Perú, el misionero ad gentes, por lo general está
en esos lugares difíciles de las barriadas de las grandes ciudades, en las
alturas de la sierra andina y en el interior de la Amazonía.
La misión hoy como vocación, tiene más sentido en la
medida que el joven o adulto, la viva con entrega y alegría entre esas personas
que les ha tocado una vida con menos oportunidades que otros y sin ninguna
culpa por su parte