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4 de septiembre de 2014

María Matos Lafuente, misionera en Corea


Con motivo de la visita del papa Francisco a Corea del Sur, el testimonio de la misionera María Matos Lafuente, nacida en Cáceres, tiene para nosotros un especial atractivo.
— María, ¿dónde transcurrió tu infancia?
Yo nací en Cáceres, donde vive la familia de mi padre, pero debido al trabajo de mis padres estuvimos viviendo muchos años, hasta los 9 años, en un pueblo de Guadalajara, Cifuentes. Y a los 9 años más o menos nos mudamos a Pozuelo de Alarcón (Madrid).
—¿Como se desarrolla actualmente tu trabajo en Corea.
Nuestra Comunidad Misionera "Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios" hace 8 años que llegamos a Corea. Es un tiempo muy corto, teniendo en cuenta la diferencia cultural, del idioma... Y sin embargo, en estos años Dios nos ha ido abriendo rápido las puertas de la Iglesia en Corea.
Estamos colaborando a nivel diocesano en la Pastoral de Juventud, participando en los "clubs católicos" de tres universidades y "caminando cerca" de los que viven los jóvenes universitarios. También estamos colaborando en un programa de nuestra diócesis que se llama FIAT (Friendship In Asia for Teenagers). Es un programa para chicos de la secundaria que consiste en crear lazos de amistad entre ellos y jóvenes de otro país de Asia y "provocar" una experiencia de valoración y respeto hacia el otro. ..Luego están las actividades concretas que surgen, como el Asian Youth Day (13-17 Agosto 2014) y la visita del Papa, las distintas JMJ... donde también colaboramos en el equipo que lo organiza, y retiros que nos piden dar durante el año en alguna parroquia de la diócesis. 
Y por último en nuestra casa vamos caminando y acompañando a través de formaciones, retiros, grupos de oración a un grupito de señoras y jóvenes que les atrae la espiritualidad de la Comunidad y se van sintiendo parte de ella.
— ¿Cómo surgió su vocación religiosa y misionera?
Todo fue durante mis estudios de enfermería. Elegí esta carrera porque quería hacer algo por el mundo y tenía el sueño de poder ir a algún país pobre con alguna ONG y ayudar a los demás. Pero en el último año de carrera una compañera de clase me invitó a un retiro en silencio de una semana. Nunca había hecho un retiro así, por eso al principio me costó no poder hablar o ir dándome cuenta que dentro mío había muchas vivencias, sentimientos, que no sabía cómo expresar y  me dejaban siempre una sensación de soledad muy fuerte. Sin embargo, en el último día hubo una canción que cantaron que me tocó muy hondo: “Cuánto he esperado este momento, cuánto he esperado que vinieras a mí… Yo sé bien lo que has sufrido, yo sé bien por qué has llorado… PUES NADIE TE AMA COMO YO…”. Me fui a una capillita que había, y así, sin saber bien cómo explicarlo, sentí por primera vez que estaba delante de Alguien que me intuía, que sin yo decirle nada sabía lo que llevaba por dentro, y que sabiéndolo me comprendía y me amaba profundamente. Fue un momento muy sencillo, pero que cambió por completo mi vida.
Cuando volví a casa sentí que algo había cambiado en mí y quería cuidar esta experiencia que había tenido, aunque no sabía bien cómo. Sin embargo, en ese tiempo la Comunidad misionera Servidores del Evangelio llegó a mi parroquia y empezaron un grupo misionero y de oración. Así que con ese deseo que tenía empecé a participar en las reuniones, aprender a orar, iba por la casa de las misioneras y la alegría tan grande que venía en ellas me atraía un montón. Yo ya estaba trabajando de enfermera y desde el trabajo intentaba vivir según el evangelio. Pero un día, viendo a mis compañeras de trabajo, el ambiente de poca alegría, fraternidad que se respiraba, pensé: “si estas personas tuvieran la experiencia que yo he tenido del amor de Dios, seguro que vivirían con más alegría y sentido”… Y al poco tiempo pensé: “Jesús, igual que mis compañeras de trabajo, seguro que hay muchas personas en el mundo que necesitan encontrarte vivo en su vida”… Y poco a poco, detrás de estas ideas, fui intuyendo que igual Jesús me llamaba a dejarlo todo y entregarle mi vida para compartir con los otros esta experiencia de su Amor que había cambiado mi vida… Y desde entonces estoy en este camino de vida misionera…

— ¿Qué tiempo lleva en Corea? ¿Qué es lo que más le impresionó al llegar?
A Corea llegué a principios del 2011, así que llevo tres años y medio. Lo que más me impresionó fue no entender absolutamente nada, salir a la calle y no poder leer los carteles, escuchar a la gente y no comprender nada de lo que decían. Y a la vez, sentir que los coreanos son un pueblo muy acogedor,  que te hace sentir en casa con mucha fuerza. Y otra cosa que me encantó fue la naturaleza del país. El 70% es montaña y el resto está lleno de campos de arroz. Es una auténtica preciosidad.
 ¿Cuáles fueron las dificultades más serias para adaptarse a una cultura tan diferente?
Para mí una de las dificultades más grande es el idioma, porque es muy difícil de aprender y se necesita mucho tiempo. Y si no sabes bien el idioma es difícil comunicarse, comprender al otro… Pero por otro lado, y esto creo que es más difícil que el idioma, la cultura coreana (y creo que asiática en general) es muy diferente a la occidental. Tiene otras bases, raíces distintas, como son el confucianismo, el budismo, y esto, para nosotros los occidentales, es algo muy desconocido.
 ¿Cómo se prepararon para la visita del Papa?
La verdad que fue toda una sorpresa. Las Jornadas Asiáticas de la Juventud se llevaban preparando desde hace tres años y fue recién el pasado marzo que se confirmó la visita del Papa Francisco.
Por otro lado vimos cómo todo el pueblo coreano, el gobierno también, puso todo el esfuerzo en colaborar en la preparación a muchos niveles (anuncios, organización desde la policía, las empresas de alimentos, el alojamiento). Y fue también admirable la participación de muchísimos voluntarios de la diócesis de Daejeon, que con mucha alegría, disponibilidad, dieron su tiempo, sus fuerzas para sacar adelante esta visita y las Jornadas Asiáticas de la Juventud.  
 ¿Cómo han visto los coreanos no católicos al papa?
Todos se han volcado en la preparación de esta visita y en todos los lugares se hablaba de ello. Sentimos que el testimonio que transmite el Papa Francisco de sencillez, espontaneidad, alegría, acercamiento a los más pobres... ha calado con fuerza en el corazón de los coreanos y suscita mucho respeto y valoración. Y es muy común ir al mercado, tomar el autobús... y que la gente saque el tema de la visita del Papa y nos pregunten, nos digan lo mucho que admiran al Papa Francisco...
El Papa Francisco ha sido un testimonio claro de cercanía con los que más sufren y esto ha conquistado el corazón de todos los coreanos.
— ¿Qué le ha impresionado más de la figura del Papa Francisco?
Lo que más me ha impresionado ha sido su LIBERTAD en medio de una sociedad muy estructurada y desarrollada tecnológica y económicamente. Su libertad como para tomar opciones distintas a lo que se esperaba, como fue elegir el coche coreano más pequeño para desplazarse por el país, o visitar de improviso al estudiantes jesuitas de la universidad, o dejar a un lado los papeles preparados y hablar con espontaneidad, corazón a corazón a los jóvenes durante las Jornadas Asiáticas de la Juventud… Una libertad que permite no dejarse enjaular por lo que propone la sociedad y permite vivir al ritmo del Evangelio. Me ha encantado…
 ¿Tendrá, esta visita algún impacto en Corea del Norte?
Ojalá que sí. Dentro del mensaje que el Papa nos ha venido a traer ha estado el llamado a luchar por la paz y la unidad entre “las dos Coreas”. “Corea del Norte y del Sur tienen la misma lengua y cuando se comparte la misma lengua se es de una misma familia”, nos ha dicho el Papa. Creo que ha leído el corazón de muchos coreanos que sueñas y anhelan la reunificación del país. Y por eso este mensaje ha debido ser de mucha esperanza.
 ¿Cuáles serán los efectos de esta visita para la Iglesia de Corea del Sur?
Creo que el testimonio del Papa Francisco, su mensaje a través de los discursos que ha dado, y sobre todo, a través de su vida, ha marcado mucho la sociedad y la Iglesia coreana. Por un lado su testimonio de sencillez, alegría, pobreza creo que puede ser una llamada fuerte a la Iglesia de Corea a vivir "pobre para los pobres".
Por otro lado, el Papa ha hablado a los jóvenes con fuerza del papel tan grande e importante que tienen en la sociedad. La sociedad coreana actualmente vive un desarrollo enorme a nivel económico, tecnológico… y a la vez también el consumismo, materialismo ha crecido mucho. Por eso las palabras del Papa de no tener miedo a ir contracorriente y optar por el Evangelio en medio de la sociedad y el tiempo que a los jóvenes les toca vivir han sido muy importantes. Y pienso que muchos jóvenes han escuchado el llamado de Dios a sus vidas a través de estas Jornadas y la figura del Papa.
Por último me parece que ha sido un momento para abrir el horizonte a la Iglesia universal y sentirnos parte de una Iglesia más amplia. A veces creo que Asia "se siente lejos" de la Iglesia de Roma, físicamente, y sobre todo, culturalmente. Por eso creo que la visita del Papa nos hace visible que somos parte de una Iglesia Madre grande y universal.
Grupo de misioneras Servidores del Evangelio: de izquierda a derecha Alaitz (española en Japón), Laurence (belga en Corea), Paula (portuguesa en Japón), Aneta (polaca en Japón) y María (española en Corea)
 

Retiro con jóvenes en nuestra casa


FIAT (Friendship in Asia for Teenagers), programa de amistad y voluntariado con chicos coreanos de la secundaria en Indonesia