Con motivo de la visita del papa Francisco a Corea del Sur, el testimonio
de la misionera María Matos Lafuente, nacida en Cáceres, tiene para nosotros un
especial atractivo.
— María, ¿dónde transcurrió tu infancia?
Yo nací en Cáceres, donde vive la familia de mi padre, pero debido al
trabajo de mis padres estuvimos viviendo muchos años, hasta los 9 años, en un
pueblo de Guadalajara, Cifuentes. Y a los 9 años más o menos nos mudamos a
Pozuelo de Alarcón (Madrid).
—¿Como se desarrolla actualmente tu
trabajo en Corea.
Nuestra Comunidad Misionera "Servidores
del Evangelio de la Misericordia de Dios" hace 8 años que llegamos a
Corea. Es un tiempo muy corto, teniendo en cuenta la diferencia cultural, del
idioma... Y sin embargo, en estos años Dios nos ha ido abriendo rápido las
puertas de la Iglesia en Corea.
Estamos colaborando a nivel diocesano en la Pastoral de Juventud,
participando en los "clubs católicos" de tres
universidades y "caminando cerca" de los que viven los jóvenes
universitarios. También estamos colaborando en un programa de nuestra diócesis
que se llama FIAT (Friendship In Asia for Teenagers). Es un programa para chicos de la secundaria que consiste en crear lazos
de amistad entre ellos y jóvenes de otro país de Asia y "provocar"
una experiencia de valoración y respeto hacia el otro. ..Luego están las
actividades concretas que surgen, como el Asian Youth Day (13-17
Agosto 2014) y la visita del Papa, las distintas JMJ... donde también
colaboramos en el equipo que lo organiza, y retiros que nos piden dar durante
el año en alguna parroquia de la diócesis.
Y por último en nuestra casa vamos caminando y acompañando a
través de formaciones, retiros, grupos de oración a un grupito de
señoras y jóvenes que les atrae la espiritualidad de la Comunidad y se van
sintiendo parte de ella.
— ¿Cómo surgió su vocación religiosa y
misionera?
Todo fue durante mis estudios de enfermería. Elegí esta carrera porque
quería hacer algo por el mundo y tenía el sueño de poder ir a algún país pobre
con alguna ONG y ayudar a los demás. Pero en el último año de carrera una
compañera de clase me invitó a un retiro en silencio de una semana. Nunca había
hecho un retiro así, por eso al principio me costó no poder hablar o ir dándome
cuenta que dentro mío había muchas vivencias, sentimientos, que no sabía cómo
expresar y me dejaban siempre una
sensación de soledad muy fuerte. Sin embargo, en el último día hubo una canción
que cantaron que me tocó muy hondo: “Cuánto he esperado este momento, cuánto he
esperado que vinieras a mí… Yo sé bien lo que has sufrido, yo sé bien por qué
has llorado… PUES NADIE TE AMA COMO YO…”. Me fui a una capillita que había, y
así, sin saber bien cómo explicarlo, sentí por primera vez que estaba delante
de Alguien que me intuía, que sin yo decirle nada sabía lo que llevaba por
dentro, y que sabiéndolo me comprendía y me amaba profundamente. Fue un momento
muy sencillo, pero que cambió por completo mi vida.
Cuando volví a casa sentí que algo había cambiado en mí y quería cuidar
esta experiencia que había tenido, aunque no sabía bien cómo. Sin embargo, en
ese tiempo la Comunidad misionera Servidores del Evangelio llegó a mi parroquia
y empezaron un grupo misionero y de oración. Así que con ese deseo que tenía
empecé a participar en las reuniones, aprender a orar, iba por la casa de las
misioneras y la alegría tan grande que venía en ellas me atraía un montón. Yo
ya estaba trabajando de enfermera y desde el trabajo intentaba vivir según el
evangelio. Pero un día, viendo a mis compañeras de trabajo, el ambiente de poca
alegría, fraternidad que se respiraba, pensé: “si estas personas tuvieran la
experiencia que yo he tenido del amor de Dios, seguro que vivirían con más
alegría y sentido”… Y al poco tiempo pensé: “Jesús, igual que mis compañeras de
trabajo, seguro que hay muchas personas en el mundo que necesitan encontrarte
vivo en su vida”… Y poco a poco, detrás de estas ideas, fui intuyendo que igual
Jesús me llamaba a dejarlo todo y entregarle mi vida para compartir con los
otros esta experiencia de su Amor que había cambiado mi vida… Y desde entonces
estoy en este camino de vida misionera…
— ¿Qué tiempo lleva en Corea? ¿Qué es lo
que más le impresionó al llegar?
A Corea llegué a principios del 2011, así que llevo tres años y medio. Lo
que más me impresionó fue no entender absolutamente nada, salir a la calle y no
poder leer los carteles, escuchar a la gente y no comprender nada de lo que
decían. Y a la vez, sentir que los coreanos son un pueblo muy acogedor, que te hace sentir en casa con mucha fuerza.
Y otra cosa que me encantó fue la naturaleza del país. El 70% es montaña y el
resto está lleno de campos de arroz. Es una auténtica preciosidad.
— ¿Cuáles fueron las dificultades más serias
para adaptarse a una cultura tan diferente?
Para mí una de las dificultades más grande es el idioma, porque es muy
difícil de aprender y se necesita mucho tiempo. Y si no sabes bien el idioma es
difícil comunicarse, comprender al otro… Pero por otro lado, y esto creo que es
más difícil que el idioma, la cultura coreana (y creo que asiática en general)
es muy diferente a la occidental. Tiene otras bases, raíces distintas, como son
el confucianismo, el budismo, y esto, para nosotros los occidentales, es algo
muy desconocido.
— ¿Cómo se prepararon para la visita del Papa?
La verdad que fue toda una sorpresa. Las Jornadas Asiáticas de la Juventud
se llevaban preparando desde hace tres años y fue recién el pasado marzo que se
confirmó la visita del Papa Francisco.
Por otro lado vimos cómo todo el pueblo coreano, el gobierno también, puso
todo el esfuerzo en colaborar en la preparación a muchos niveles (anuncios,
organización desde la policía, las empresas de alimentos, el alojamiento). Y
fue también admirable la participación de muchísimos voluntarios de la diócesis
de Daejeon, que con mucha alegría, disponibilidad, dieron su tiempo, sus
fuerzas para sacar adelante esta visita y las Jornadas Asiáticas de la
Juventud.
— ¿Cómo han visto los coreanos no católicos al
papa?
Todos se han volcado en la preparación de esta visita y en todos los
lugares se hablaba de ello. Sentimos que el testimonio que transmite el Papa
Francisco de sencillez, espontaneidad, alegría, acercamiento a los más
pobres... ha calado con fuerza en el corazón de los coreanos y suscita mucho
respeto y valoración. Y es muy común ir al mercado, tomar el autobús... y que
la gente saque el tema de la visita del Papa y nos pregunten, nos digan lo
mucho que admiran al Papa Francisco...
El Papa Francisco ha sido un testimonio claro de cercanía con los que más
sufren y esto ha conquistado el corazón de todos los coreanos.
— ¿Qué le ha impresionado más de la figura
del Papa Francisco?
Lo que más me ha impresionado ha sido su LIBERTAD en medio de una sociedad
muy estructurada y desarrollada tecnológica y económicamente. Su libertad como
para tomar opciones distintas a lo que se esperaba, como fue elegir el coche
coreano más pequeño para desplazarse por el país, o visitar de improviso al
estudiantes jesuitas de la universidad, o dejar a un lado los papeles
preparados y hablar con espontaneidad, corazón a corazón a los jóvenes durante
las Jornadas Asiáticas de la Juventud… Una libertad que permite no dejarse
enjaular por lo que propone la sociedad y permite vivir al ritmo del Evangelio.
Me ha encantado…
— ¿Tendrá, esta visita algún impacto en Corea
del Norte?
Ojalá que sí. Dentro del mensaje que el Papa nos ha venido a traer ha
estado el llamado a luchar por la paz y la unidad entre “las dos Coreas”.
“Corea del Norte y del Sur tienen la misma lengua y cuando se comparte la misma
lengua se es de una misma familia”, nos ha dicho el Papa. Creo que ha leído el
corazón de muchos coreanos que sueñas y anhelan la reunificación del país. Y
por eso este mensaje ha debido ser de mucha esperanza.
— ¿Cuáles serán los efectos de esta visita para
la Iglesia de Corea del Sur?
Creo que el testimonio del Papa Francisco, su mensaje a través de los
discursos que ha dado, y sobre todo, a través de su vida, ha marcado mucho la
sociedad y la Iglesia coreana. Por un lado su testimonio de sencillez, alegría,
pobreza creo que puede ser una llamada fuerte a la Iglesia de Corea a vivir
"pobre para los pobres".
Por otro lado, el Papa ha hablado a los jóvenes con fuerza del papel tan
grande e importante que tienen en la sociedad. La sociedad coreana actualmente
vive un desarrollo enorme a nivel económico, tecnológico… y a la vez también el
consumismo, materialismo ha crecido mucho. Por eso las palabras del Papa de no
tener miedo a ir contracorriente y optar por el Evangelio en medio de la
sociedad y el tiempo que a los jóvenes les toca vivir han sido muy importantes.
Y pienso que muchos jóvenes han escuchado el llamado de Dios a sus vidas a
través de estas Jornadas y la figura del Papa.
Por último me parece que ha sido un momento para abrir el horizonte a la
Iglesia universal y sentirnos parte de una Iglesia más amplia. A veces creo que
Asia "se siente lejos" de la Iglesia de Roma, físicamente, y sobre
todo, culturalmente. Por eso creo que la visita del Papa nos hace visible que
somos parte de una Iglesia Madre grande y universal.
Retiro con jóvenes en nuestra casa |
FIAT
(Friendship in Asia for Teenagers), programa de amistad y voluntariado con
chicos coreanos de la secundaria en Indonesia
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