Los misioneros en Mangola, Tanzania, José Aguilar, Miguel
Ángel Lozano y Benjamín Richi, escriben a la delegación de misiones de Sevilla,
después del verano y, de nuevo, volcados en su misión.
“Estamos atravesando el suave invierno local y padeciendo
un viento infernal que tumba árboles y hace pesado el caminar. La hermana
Ángeles dice que cada vez que pasa por el callejón, que ha quedado entre los
muros de la nueva Iglesia y el hospital, cree que el viento se la llevará. Pero
no es solo eso; el viento levanta nubes de polvo que llena todo el ambiente y
todos los rincones de las casas. Los albañiles que trabajan en los muros de la
nueva iglesia, a 10 metros de altura, se las ven y se las desean para
permanecer firmes en las alturas. Exigen más sueldo por el riesgo que corren,
dicen.
Los muros de la Iglesia suben y suben. La población local
esta asombrada y se preguntan cómo vamos a techar ese alto y ancho edificio sin
grúas ni otras ayudas mecánicas, solo a base de fuerza bruta. No sabemos qué
responderles, pues hasta nosotros no sabemos cómo será. Por ahora seguimos con
los muros, que ya son bastante complicados, y, cuando llegue el techar, Dios
dirá. Gracias a todos los que, de una manera u otra, colaboráis con vuestro apoyo
técnico y material. Será un edificio majestuoso en medio de las sencillas casas
locales circundantes. Algunos nos preguntan por qué gastamos dinero en una cosa
así. Sólo tenemos una respuesta: construirla fue decisión de los propios
cristianos, por la necesidad de disponer de un lugar donde reunirse todos
juntos para rezar, pues el actual no tiene capacidad para todos. En muchas
ocasiones nos han achacado que habíamos construido una mezquita para los
musulmanes más grande y bonita que nuestra propia Iglesia católica. Y hoy se
sienten orgullosos de lo que se está haciendo, pues se está realizando un sueño
anhelado por ellos durante mucho tiempo. La fe mueve montañas. Por ella y para
ella vivimos aquí. Merece la pena. (…).
Juventud, divino tesoro, dijo un clásico. Así lo
experimentamos durante julio y agosto con 7 jóvenes veinteañeros sevillanos que
decidieron pasar un tiempo con nosotros. Todos disfrutamos con el mutuo
compartir la vida sencilla de Mangola. Pero a veces pensamos que de forma
diferente. Nosotros nos esforzamos por explicarles una forma de vida que se fue
y no conocieron, y ellos se esfuerzan por explicarnos el mundo incierto que
viven y les espera. Sus preocupaciones son las nuestras, pero nosotros las
contemplamos en la distancia y ellos están metidos en el ajo. En algo
coincidimos: ahora es su oportunidad de hacer algo diferente para cambiar el
mundo y vivir a pleno su juventud. Es su hora para mostrar su rebeldía y formas
de vida diferentes para encarar los desafíos de su tiempo. Nuestras recetas
fueron buenas, pero ellos han de aliñarlas con nuevos ingredientes. Nos asusta
un poco el mundo virtual de maquinitas en el que viven y la distancia que han
puesto respecto a la Iglesia, no por conocimiento de causa, sino por la cultura
ambiental que les envuelve. Es frecuente escucharles decir: “si en España
viviéramos unas Misas como las de aquí, iríamos todos los días”. ¿Qué pasa con
las de allí? Entre discusiones y risas, trabajos, Misas, comidas sencillas,
juegos de cartas y películas por la noche todos disfrutamos del aquí y el
ahora. No echaron de menos muchas cosas normales de su vida en Sevilla. En
verdad, la juventud es un tesoro incalculable. Los jóvenes nos hacen
rejuvenecer y nos alegra saber que descubren otra forma de hacer y vivir sencillamente
el Evangelio de Jesús de Nazaret. (…).
Los bosquimanos siguen recibiendo y padeciendo al turismo
que los está destrozando. Hemos intentado muchas cosas para contrarrestar la
corriente, pero sin éxito hasta el momento. Seguimos intentando mantenerlos
unidos con reuniones, reparto de comida mensual y con campeonatos de tiro con
arco todos los días 4 de cada mes para los hombres, y confección de brazaletes
para las mujeres. Es un éxito. Los premios son: un teléfono y una radio para
los primeros y dinero en metálico para los segundos y terceros. La guardería de
Barazani está a pleno rendimiento, con la hermana Rosa al mando, que lo está
haciendo muy bien. La de Jobaj la estamos reparando y va muy bien también. El
taller de costura de las Pasionistas va progresando y hay que comprar más
máquinas de coser. El grupo ‘Buen Samaritano’, con Richi al mando, sigue vivo.
Nuevos afectados por el Sida se integran en el grupo para conseguir consuelo en
sus vidas solitarias. Siguen el tratamiento, pero a veces se cansan y lo dejan
y recaen. El Sida sigue machacando a muchos. Pero en el grupo se animan:
cultivan una pequeña finca juntos y se benefician del tractor comunitario que
tienen y que sigue trabajando muy bien (…).
Que Dios bendiga esta nueva vuelta al colegio y al
trabajo; que bendiga vuestros proyectos (bodas, viajes, estudios, trabajos,
inversiones…); que consuele a los afligidos por enfermedades, por falta de
trabajo, por separaciones de pareja hoy tan frecuentes; que os dé paz e
ilusiones; que os ayude a encontrar trabajo al volver de vacaciones. Y que a
todos nos dé la ilusión de creernos jóvenes, poseedores de un tesoro
incalculable y capaces de hacer poco a poco un mundo mejor”.