El misionero Alfredo Marzo Ramírez, salesiano de Navarra
en la India, donde lleva más de 62 años, cuenta su trayectoria misionera en una
misión de 106 aldeas y 20.000 católicos. A pesar de sus años sigue viviendo su
vida de misionero como el primer día:
“El aprender nuevas lenguas fue bastante difícil, pero mi
vocación misionera y mi motor de la ordenación, ‘Predicar el Evangelio a los
pobres’, me ayudó a superarlo todo. Nuestra Madre del cielo y mi madre de la
tierra rezaban por mí. Ahora puedo predicar la Buena Nueva en 10 lenguas
diferentes. La Reina de las Misiones tiene que estar muy atareada con todo el
trabajo que le damos los misioneros. He hecho miles y miles de kilómetros
subiendo y bajando a pie estos montes y colinas de las tribus en la selva.
Nunca me ha picado una serpiente y en mis encuentros con el oso, el tigre y los
elefantes, siempre me han respetado. Tengo que estar eternamente agradecido a
Jesús, el Primer Misionero, y a nuestra Reina y Madre de los Misioneros.
La gente de estas tribus es naturalmente religiosa.
Muchos de ellos creen en un Dios Creador y remunerador. Bendice al que se porta
bien y castiga al que se porta mal. Ellos tienen muy poco que ver con el
hinduismo. Son ‘animistas’. Tienen un gran respeto para sus antepasados,
entierran a sus muertos y cada año hacen un sacrificio por sus muertos. Los
misioneros respetamos siempre sus costumbres y creencias, junto con su cultura.
Sienten un gran respeto por los misioneros que hablan su lengua y se abren
bastante fácilmente a la predicación del Evangelio. En nuestras correrías
apostólicas, a veces se come y otras, no. Y cuando sí, comemos lo que nos dan
sin escrúpulos ni miramientos: hormigas de ala, gusanitos de seda sacados del
capullo, y otros manjares repletos de proteínas que me parece mejor no
mencionarlos.
La gente es muy buena y sencilla y muy pobre: chozas de
paja y bambú, puerta de bambú sin candados, utensilios de bambú, camas de
bambú, generalmente se duerme en el suelo de bambú. Como de ordinario hace
bastante calor, a la mayoría de la gente les sobran muchas prendas de vestir,
tanto en casa como en el campo, tanto en el mercado como en la Iglesia y en
todos los aspectos de su vida social. Un rasgo interesante es que en su pobreza
son muy generosos. Y si alguna vez se pasa hambre es porque no tienen nada para
darte. Les hemos enseñado a cultivar, además del arroz, la tapioca, el boniato,
la maíz, la patata, y algunos árboles frutales que generalmente pertenecen a
todos. Para ellos la vaca no es sagrada y en la selva encuentran otros medios
de vivir y sobrevivir.
En mis 62 años en la India, ¿cuántos bautismos? Ni yo
mismo sabría decirlo.
En la Misión el día clave de cada mes es el primer
viernes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. El día anterior, jueves, los
catequistas y maestros vienen de todas las aldeas de la Misión.
La mayoría vienen a pie. En la tarde del jueves hay
encuentro, rosario, confesiones, adoración, instrucción, cantos y la bendición
con el Santísimo. Sigue la reunión del Consejo Parroquial con los Padres,
monjitas, catequistas itinerantes, (los diáconos actuales) y otros miembros
importantes de la Parroquia. Se discuten los problemas de las aldeas, maestros,
escuelas, los ‘diezmos y primicias’ para la Parroquia, enfermos que necesitan
hospitalización, catecúmenos, bautismos, evangelización, etc. Como la
evangelización no puede ir sola, se discute el trabajo social de la Iglesia en
las diferentes aldeas: escuelas nuevas que construir, Iglesias, caminos en las
aldeas que están incomunicadas, nuevos campos de arroz, el banco de arroz, el
banco de libros, campos de fútbol para los jóvenes, dispensarios médicos,
puentes colgantes en vista a los monzones...
En este respecto llevamos ya construidas más de 30
escuelitas, 25 iglesias, 2 dispensarios médicos, 20 campos de fútbol, otros
tantos arrozales, y hasta 7 puentes colgantes. Todo esto con la ayuda de
nuestros bienhechores en España y amigos de las Misiones. La gente aporta todo
lo que puede con mucha generosidad.
En estos largos años de mi giras apostólicas hemos tenido
que pasar por muchas peripecias, dificultades, hambre, enfermedades
especialmente la malaria, accidentes. Pero nunca nos ha faltado la mano
bondadosa de Dios ni las caricias maternas de la Virgen. Debido a la labor de
los misioneros y a los sacrificios que han hecho, esta región de las tribus del
noreste de la India está siendo una región cristiana, especialmente el estado
de Meghalaya, exactamente al norte de Bangladesh. Aquí se empezó con una
Prefectura Apostólica con 5.000 católicos en el 1922, hay ahora 17 diócesis con
más de dos millones de católicos. Todos llaman a esta zona una zona milagrosa.
Ellos son nuestra gloria y nuestro consuelo. Viendo los frutos de nuestro
apostolado no podemos no dar gracias a Dios. Las órdenes religiosas que
trabajan aquí son numerosas. Las vocaciones no faltan. Los seminarios están
llenos”.