Con motivo de las bodas de oro de la diócesis de Hwange,
Zimbabue, el misionero diocesano José Luis Ruiz cuenta como han celebrado este
aniversario y agradece a todos los que les han ayudado en estos años,
especialmente a su diócesis de Asma-Soria.
“Este año la celebración del Domund ha tenido un tinte
especial de agradecimiento y alegría. Acabamos de celebrar nuestras Bodas de
oro: sí, nuestra diócesis de Hwange acaba de cumplir 50 años y nos reunimos
para dar gracias al Dueño de la mies por la cosecha conseguida. En pocas
ocasiones nuestra celebración fue tan concurrida pues acudimos de todos los
rincones de la diócesis y elegimos hacerla en la Misión de Santa María, la
madre de todas las misiones. Desde allí, en 1935 empezó la evangelización de la
zona (la escuela primaria, con internado para los que venían de lejos, y el
pequeño hospital fueron puntos de referencia para toda esta región durante
muchos años).
Tuvimos dos días de celebración con un bello lema:
‘Recordamos-Creemos-Celebramos’. Recordamos: el sábado por la tarde estaba
programado para caldear el ambiente trayendo a la memoria hechos y personas
que, a lo largo de estos 50 años, han dejado huella en la vida de la diócesis;
cada parroquia presentó un número, algunos un poco de su historia, otros lo más
saliente de la vida de la parroquia. Teatro, música y poesía, con arte y humor,
fueron describiendo la vida de esta Iglesia particular. Fue un momento intenso
para hacer memoria y mirar aquello que hemos logrado y, al mismo tiempo, para
pedir perdón por todo aquello en lo que hemos fallado como Iglesia. Ciertamente
fue éste un momento bonito para recordar a tantas personas, no sólo misioneros
de fuera sino también seglares comprometidos, catequistas, religiosas y
sacerdotes locales que han contribuido a que la fe haya echado raíces en
nuestro pueblo. En ese recuerdo nuestra diócesis de Asma-Soria estuvo también presente;
dimos gracias por la generosa ayuda económica que durante estos años la
diócesis de Asma-Soria ha ofrecido a esta Iglesia local de Hwange, a través de
la Delegación de Misiones o de Cáritas o de la parroquia de Ágreda o
directamente. Entre todos habéis hecho posible la construcción de escuelas,
clínicas, etc. así como contribuir a paliar las necesidades básicas de este
pueblo.
La liturgia del domingo fue el centro y culmen de la
celebración. El coro diocesano, un abundante grupo de hombres, mujeres, niños y
niñas que danzaban en ritmo oracional, proporcionaron el apoyo musical y
artístico a nuestra oración. En su predicación, el Obispo nos presentó su
visión de una diócesis servidora, en solidaridad y al servicio del pueblo, al
servicio de la verdad, la reconciliación, la justicia y la paz. Testigos del
amor y la ternura de Dios hacia todos, sin ninguna distinción. Una Diócesis
alegre, dinámica y misionera que atraiga a la gente hacia Jesús.
Después de la Misa hubo un símbolo para darnos a entender
que nuestra celebración tenía una proyección hacia el futuro: un árbol recién
plantado iba a ser regado con agua procedente de los diferentes ríos que cruzan
la diócesis. Mujeres de las diferentes parroquias vinieron con sus jarras en la
cabeza presentándolas al Obispo para que bendijera el agua y la derramase junto
al árbol; se quería expresar nuestro esfuerzo común contribuyendo al
crecimiento y desarrollo de la diócesis. Con nuestro primer Sínodo diocesano en
perspectiva ese símbolo adquiría un significado mayor.
Al final de la celebración algunos más mayores
disfrutamos comentando lo que recordábamos de la inauguración de la diócesis en
1963, cuando tomó posesión el primer Obispo de la nueva diócesis, Mons. Ignacio
Prieto. Mientras estábamos conversando, una chiquilla (unos 12 años) me vino a
decir: ‘Vengo de Milonga. Mi abuela Martina no ha podido venir porque anda mal
de sus piernas pero me ha encargado que le salude; dice que la bautizó usted
cuando iba a la escuela’. No la recordaba en absoluto pero me dejó buen gusto
de boca ese saludo. Desde aquí, desde esta pequeña porción del pueblo de Dios,
a todos los que os sentís cercanos a nosotros, a todos los que colaboráis con
nosotros, simplemente os decimos: ‘Siyabonga, Twalumba, Taboka’. Gracias”.