Cinco aulas, una oficina, los baños, un pequeño almacén.
Esta es la escuela que ha financiado con 25.000 dólares Infancia Misionera en
Lekunutu, una pequeña aldea de Lesotho. Hasta ahora los 235 niños se reunían en
una nave, que empezó siendo algo provisional pero que la falta de medios la
volvió permanente, ante la falta de recursos. Es una institución muy apreciada
por las familias de las cinco aldeas a las que da servicio, por lo que han
colaborado con 9.000 dólares para que el pequeño complejo escolar sea una
realidad.
Lesotho, del tamaño de Galicia, es montañoso, y está
rodeado por Sudáfrica, en medio de la cual, en los mapas, aparece como si fuera
una gota de tinta. Tiene uno de los más altos porcentajes de enfermos de Sida
del mundo, el 23,2%, por lo que la esperanza de vida apenas llega a los 36
años, más o menos la de Europa en la Edad Media. Por eso, la Iglesia está
desarrollando programas de ayuda a enfermos y a los afectados por la
enfermedad: los hijos de los fallecidos y de los afectados, y los abuelos, que
tienen que hacerse cargo de sus nietos. La importancia de la educación desde la
infancia se vuelve por tanto una necesidad.
La escuelita está a cargo del padre Alphonse M.
Mathibeli, de los Oblatos de María Inmaculada, que son los primeros
evangelizadores que llegaron a Lesotho, allá por 1861. El año pasado la Iglesia
de Lesotho celebró sus 150 años – es decir, la llegada de estos misioneros llamados
por el rey de Lesotho - con toda una serie de festejos. La escuela primaria de
Lekunutu es una continuación de aquellos humildes inicios de la evangelización,
porque prácticamente cada parroquia, capilla o colegio ha tenido o tiene alguna
relación con los oblatos, y el noventa por ciento de la población es cristiana,
gracias al ejemplo de estos misioneros.